domingo, 24 de mayo de 2015

Times New Roman



Acababa de llegar a clase esa mañana, estaba sola contemplando los últimos trabajos que habíamos realizado sobre la narración. Cómo habían cambiado las cosas… Antes, una cartulina de color vistoso servía para desplegar las alas de creatividad que, en algunos casos como el mío, estaban muy escondidas. Ahora todo se ve a través de pantallas digitales transparentes que dejan al descubierto los dibujos digitalizados de los alumnos. Nada se hace con papel y bolígrafo, ahora vale más maña con Photoshop que fuerza con los lápices de colores.

Ese día decidí aparcar las mesas digitales, era una buena manera de desconectar. Comenzaron a llegar los primeros alumnos, siempre los mismos madrugadores (ya sabía quiénes eran antes de verles la cara).

– ¿Nos han robado? – Dijo Carla preocupada y con las manos en la cabeza.

Decidí invitarlos a entrar cortésmente sin decir una palabra: hoy serían ellos los que hablarían.

– Profe, esto da un poco de miedo, ¿es un examen sorpresa de sintaxis? – el pánico se contemplaba a veinte kilómetros de distancia. Era gracioso ver cómo les afectaba la sintaxis… Eso sí que no ha pasado de moda. Un grupo de ellos me decía con frecuencia que cuando llegaba la época de evaluarlos, me ponía un poco desquiciada y, por tanto, mi manera de calificarlos también, supongo que por ello pensó Mario que había cambiado las mesas de sitio.

Conforme iban entrando al aula, comenzaba a aumentar el ritmo constante de los murmullos. Yo seguía de pie delante del escritorio. Sin articular palabra. El pánico también aumentaba en sus miradas. Cuando ya estaban todos, o casi todos, siempre hay algún dormilón al que se le pegan las sábanas, comencé la clase.

– No me he vuelto loca, esta mañana he estado reflexionando y hoy no vamos a hacer la actividad que teníamos prevista. Quiero que os pongáis por grupos y cojáis folios de mi escritorio, y bolígrafos… Hoy no me valen excusas: ¡vamos a escribir!

Desde que algún gobierno de no sé qué país nórdico decidió implantar la enseñanza de mecanografía antes que de escritura, en España se ha intentado adaptar a ritmo bastante lento este sistema. Problema: seguimos igual que en 2015, haciendo las cosas al revés. Se centró tanto la atención en formar escritores digitales, por llamarlos de alguna manera, que se olvidaron de lo hermosa que es la escritura y de cómo a través de la caligrafía podíamos transmitir lo que quisiéramos. Ahora todo es, simplemente, Times New Roman.  

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