-Bienvenido a nuestro centro, señor Molina.
Esa fue la última frase que escuché de la persona que me contrató, aquel día, en el centro de enseñanza Valle.
Animado y preparado, puesto que ese era mi primer año, acudí a mi nuevo puesto de trabajo con ilusión y ganas de trabajar. Nada más llegar, la sombra del edificio que tenía delante me cautivó completamente.
-Qué edificio más grande...- articulé entre dientes.
Al entrar, esperaba escuchar la típica algarabía de la hora del recreo, pero mis expectativas fueron truncadas de forma flagrante. Era la hora del descanso entre clases, y reinaba allí un silencio absoluto. ¿Qué estaba pasando? Cuando doblé el pasillo, por fin los vi: muchachos, todos ellos, juntos pero sin hablar, con sus iphone 16 con conexión 6G, escribiendo como si no hubiera un mañana, algunos escribían más rápido que mis ojos podían seguir el movimiento de sus dedos. Yo estaba completamente boquiabierto. ¿Qué rayos ha pasado con el alegre murmullo, los gritos, los juegos de los muchachos en el recreo?
Por fin, llegué a la sala de profesores, entre los cuales, se encontraban los que debían ser mis colegas de departamento. Decidí presentarme.
-Buenos días, mi nombre es Mariano y vengo a...
-Bienvenido. Venga conmigo y le presentaré a su nueva clase. A partir de mañana empezará usted con las sesiones.
Seguí de cerca a mi guía hasta llegar a la puerta del aula. En ella, observé a un total de 27 jóvenes que no superarían los catorce años, cada uno con un ordenador portátil, el último modelo de tablet y, como no, su iPhone. El profesor se sentó en la silla y, pulsando un botón, en la pantalla se reflejó un vídeo en el cual aparecía él mismo. Los alumnos conectaron sus portátiles, en silencio, y al momento, el holograma del profesor habló:
- Hoy vamos a hablar sobre el Lazarillo de Tormes. Tomo 27, archivo 554/b5.
Yo me quedé completamente extrañado al escuchar esto. ¿Tomos? Decidí preguntarle al profesor.
- ¿No piensa utilizar el libro?
El profesor me miró como si no supiera de qué planeta era yo. Seguidamente, empezó a reírse:
- ¿Libros? Por favor, ¿donde ha pasado usted estos últimos 10 años? ¡Con la llegada de la nueva ley educativa, la LOMCEFERENCE, los libros han sido sustituidos al 100% por soporte informático! ¿No me diga que no lo sabía?
Mi cara fue de completo asombro. Los alumnos, que habían escuchado la conversación, comenzaron a reírse también.
-Entonces, ¿cuál es su función en el aula? -- pregunté.
- ¿Cuál? Básicamente, estar aquí una hora, controlando para que no se desmadren. En la web 5.0 tienen todo lo que necesitan, ella sabe mucho más que nosotros, no hacemos ninguna falta. Somos una especie de... canguros.
No podía ser cierto, no podía serlo. Escuchaba a un alumno comentarle a su compañero:
- ¿De dónde ha salido el carcamal este? ¡Libros, sabes! Pero si eso es del siglo pasado...
No me podía creer lo que estaba oyendo, no podía ser cierto. Era impensable. ¡Si hace 15 años aún eran imprescindibles los libros! ¡No podía haber cambiado todo tanto! Dicen que la tecnología avanza vertiginosamente, pero no tanto. ¡Una educación íntegramente vía web! Entonces, ¿para qué rayos servimos los profesores? ¡Ya no se nos necesita! Ojalá, de verdad, pudiera volver atrás y tratar de cambiar esto, ¡los libros siguen siendo necesarios! ¡Son el saber del mundo! ¡No podemos dejar de utilizarlos! No debemos...
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