23 de mayo de 2030.
Hoy hace un día gris. Ni soleado
ni excesivamente nublado. Hoy es uno de esos días en los que la Agencia Estatal
de Meteorología nos da lluvia. Y no me refiero al hecho de que “caiga agua del
cielo”, eso ya hace tiempo que dejó de suceder. Sí. Tanto ha afectado el cambio
climático. Ahora contamos con paneles que ejercen la función del sol y de las
nubes. Pero de eso hablaremos otro día.
Hoy quiero hablarle a tu yo
profesional, ese que tantos quebraderos de cabeza te da. ¿Te acuerdas de esa
práctica de una asignatura del primer máster que hicimos en la que debíamos
escribir sobre cómo sería la enseñanza del futuro? La imaginábamos llena de
ordenadores portátiles, smartphones de última categoría que hacían cualquier
cosa, niños pegados a sus tablets…
Te lo podría pintar muy negro:
las pizarras verdes con polvo son consideradas de la prehistoria; el PowerPoint
quedó desfasado hace décadas, y el almacenamiento de documentos utilizando
GoogleDrive o Dropbox lo usan los ancianos que todavía gastan cámaras digitales
para inmortalizar sus últimos momentos. Y lo de la enseñanza 3.0 ya ni se
menciona en los artículos de investigación docente.
Pero esto no es como lo
plantearon tus compañeros. No todo es tan apocalíptico (sí, lo de los paneles
que dan luz y lluvia sí). Pero no la educación. Como vuestro curso, otros
futuros docentes de aquel entonces se esforzaron por cambiar la forma de
enseñar, adaptándose a las nuevas tecnologías. Y los estudiantes, esos que
“siempre estaban pegados a sus móviles” siguen estándolo. También en clase.
Pero gracias a nuestro empeño, a nuestro esfuerzo, y a nuestro amor por la
enseñanza, logramos sacarle a este hecho el máximo partido.
Acabo mi mensaje diario ya,
tenemos reunión de profesores de lenguas para ver cuál de todos (francés, alemán,
inglés, valenciano, castellano o italiano) da los tiempos verbales en 1º de
ESO. Sé que te sorprende, pero hace tiempo que todas las áreas de lengua (todas
las que somos) nos pusimos de acuerdo para no repetirle la misma materia una y
otra vez a los alumnos. Ahora vamos “todos a una como Fuenteovejuna”.
Ánimo en esta primera recta
final. El camino es duro, pero ya sabes que tendrá su recompensa.
Tu yo profesional de 2030.
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